martes, 14 de abril de 2020

DEBATE


A lo largo de los años la atención a las personas con discapacidad ha ido evolucionando. El informe Warnock (1978) y la Declaración de Salamanca (UNESCO 1994) hablan por primera vez de conceptos como necesidades educativas especiales e integración. El concepto de integración fue forjándose a lo largo de los años y evolucionando, hasta el año 2000, en la Conferencia Internacional de Educación de Dakar, donde se hablaría por primera vez de educación inclusiva.
Se pasa de esta forma de un modelo rehabilitador que tiende a normalizar al alumnado a un modelo social que defiende y se apoya en una educación inclusiva.

Somos conscientes, que es mucho el camino que se ha recorrido, pero debemos seguir avanzando. Las personas con discapacidad son, ante todo, personas, todos tenemos limitaciones y por ende, somos distintos.

Cuando hablo de diversidad me gusta utilizar esta frase que leí y que refleja realmente la variedad de nuestras aulas: “Los bosques serían demasiado silenciosos si solo cantaran los pájaros que mejor saben hacerlo”.

Esta variedad hace que los maestros debamos adaptarnos a cada uno de nuestros alumnos y ofrecerles así, la ayuda y el apoyo que necesiten en cada momento para formarse como persona. Me quedo con un pequeño fragmento extraído del texto de “Una escuela para Juan” que resume perfectamente el papel que debe desempeñar un docente ante esta diversidad de alumnado. Dice así:


“… que le ayudemos; y que lo hagamos a conciencia, con el compromiso adquirido como docentes de guiar hacia una vida plena a quienes se educa. Que entendamos que el proceso permanente de avance en la comprensión de la misión de educar no puede ser, no debe ser nunca un freno para el acto en sí de educar. Que no nos perdamos en elementos formalistas, que no nos sumerjamos en lenguajes sin ancla en la realidad; que la forma y el lenguaje sean expresión de un compromiso real y permanente con la realidad de niños y niñas  como Juan; un compromiso que impulsa a la acción..”


Sin duda como docentes de alumnos con necesidades educativas especiales debemos asumir un compromiso aún mayor. Ofrecerles todo lo que esté en nuestras manos con la finalidad de dotarlos de habilidades que le permitan desarrollar una vida lo más normal posible.

Esto implica centrarnos en los aspectos fundamentales, que en mi opinión personal serían los siguientes:
  • Dotarlos de un sistema de comunicación que les permita desenvolverse en su medio (ya sea verbal o no).
  • Una vez que nuestros alumnos vayan adquiriendo una forma de comunicarse, habrá que dotarlos de unas habilidades sociales que les ayuden en su día a día.
  • Por supuesto y no menos importante, el trabajo con las emociones resulta fundamental. En el caso de alumnos TEA u otros alumnos con discapacidad intelectual, encontramos grandes dificultades para el control y comprensión de emociones. Este trabajo dará resultados en la conducta, mejorando ésta y permitiendo un mayor desarrollo personal e incluso social.
  • Por último, y centrándome en el caso de alumnos TEA, quisiera hacer hincapié en la integración sensorial. Recordando que son alumnos con grandes desajustes sensoriales y que en ellos se encuentran la causa de muchas de sus conductas. Esto puede servirnos de intervención conductual, con el fin de eliminar esas conductas y posibilitar autocontrol  y autorregulación.

Nuestro objetivo como maestros, es darles la capacidad de ser autónomos, capaces de elegir, tomar decisiones y de enfrentarse a su vida diaria.  Por tanto, debemos buscar metodologías en las que primen el aprendizaje significativo y por supuesto, la individualización de la enseñanza porque “SI UN NIÑO NO APRENDE DE LA MANERA QUE LE ENSEÑAMOS, QUIZÁS DEBERÍAMOS ENSEÑARLE DE LA MANERA EN QUE EL APRENDA” (Ignacio Estrada). 


Para terminar me gustaría señalar que todo ello se consigue con un trabajo en equipo, contando con la colaboración de la familia y todos los profesionales que trabajan con el acnee.




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